Los videojuegos hacen posible lo que sería impensables en la realidad. Manejando el mando de la wii, se devuelve una pelota complicada mientras se juega un partido de tenis e, incluso, se juega con una minusvalía físca permanente o accidental. No importan las limitaciones, el videojuego  permite una inmersión en otra realidad y experimentar sensaciones quizás imposibles en la vida real.